PRINCIPIOS PARA EL ÉXITO

Octava Película


"Deus nos treina de acordo com o papel que ele nos delega. Ou eu desejo Deus é acender, nós próximos dias, de pessoas no Céu. Ele nos convida a fazer parte nisso. Não podemos ficar no meio campo."


Reinhard Bonnke

Valores vitales para un viaje

Estos son algunos principios vitales para el viaje, coronados por el principio más importante de todos: el fuego del Espíritu Santo. Como dijo un pastor en una ocasión: “No necesitamos más técnicas. Necesitamos más gente que simplemente esté dispuesta a hacer lo que Dios desea”. Deja que Dios encienda la cerilla y prenda el fuego en tu corazón, tu mente y tu alma. Él nos transformará en “la luz del mundo” (Mateo 5:14) en la medida que ardamos y brillemos en la plena llama (Full Flame) de sus propósitos. Hoy concluimos esta serie de coloquios reflexionando acerca de algunos principios clave para el éxito.


Esta sesión está concebida como resumen de las siete películas anteriores, pero también como catalizador para el futuro. Aunque esta sesión debería dar a los participantes una sensación de conclusión, lo más importante es que prepare el terreno para introducir nuestras vidas en una nueva era de evangelismo.

Se ha dicho que compartir el Evangelio es un mendigo que le dice a otro dónde puede encontrar pan. Aunque Efesios 4:11 afirma que algunos tienen un don especial como evangelistas, la Biblia también enseña que todos los creyentes deben ser mensajeros de la Buena Nueva:

Más bien, honren en su corazón a Cristo como Señor. Estén siempre preparados para responder a todo el que les pida razón de la esperanza que hay en ustedes.
1 Pedro 3:15

Utiliza esta sesión como revisión, pero además aprovéchala como una ocasión para comisionar a los participantes a fin de que sean mensajeros de Dios dentro de su área de influencia.

Ver la película 8
COMO INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO ABAJO:

¿Cómo han cambiado tus perspectivas en el transcurso de este viaje?

El formato de la película 8 es diferente del de las demás. Asegúrate de informar a tu grupo de que, después de compartir estos 8 principios, Reinhard presenta un breve mensaje especial para el grupo. Después de este mensaje, hará una oración especial de comisión (Reinhard dice que tal vez algunos deseen ponerse de rodillas). Después hay una pausa musical de 1-2 minutos de duración, tiempo que debería dedicarse a meditar un poco más. Cuando el cantante termina el canto “When I survey the wondrous cross – Cuando contemplo la maravillosa Cruz”, el DVD está a punto de concluir. Asegúrate de parar el DVD antes de que vuelva al menú principal. Sugerimos que inmediatamente dirijas al grupo en una oración.

Principios

1. Reclama las promesas de Dios:







Haz lo que hicieron los Apóstoles y recibirás lo que ellos recibieron.

Todas las promesas que ha hecho Dios son "sí" en Cristo. Así que por medio de Cristo respondemos «amén» para la gloria de Dios. Dios es el que nos mantiene firmes en Cristo, tanto a nosotros como a ustedes. Él nos ungió, nos selló como propiedad suya y puso su Espíritu en nuestro corazón como garantía de sus promesas.
2 Corintios 1:20-22

2. Dios está contigo:







...Y les aseguro que estaré con ustedes siempre, hasta el fin del mundo.
Mateo 28:20

¿Por qué pedir a Dios que haga lo que Él dijo ya que haría? No depende de nosotros; Dios es fiel.

3. Valentía:







La valentía es una cualidad del justo.

Cuando siento miedo, pongo en ti mi confianza.
Salmo 56:3
Ahora, Señor, toma en cuenta sus amenazas y concede a tus siervos el proclamar tu palabra sin temor alguno.

Hechos 4:29

4. Medite en la Palabra de Dios:







Solo te pido que tengas mucho valor y firmeza para obedecer toda la ley que mi siervo Moisés te ordenó. No te apartes de ella para nada; solo así tendrás éxito dondequiera que vayas.
Josué 1:7

Una cosa es conocer la Biblia, y otra, dejar que nos hable.

5. Acción:







Las iglesias que actúen crecerán.

Porque él dice: "En el momento propicio te escuché, y en el día de salvación te ayudé". Les digo que este es el momento propicio de Dios; ¡hoy es el día de salvación!
2 Corintios 6:2


6. Sabiduría:







Nuestras formas son importantes. Aun las pequeñas cosas dicen mucho. La gente siente rechazo fácilmente si somos rimbombantes, egotistas, críticos, arrogantes y pomposos.

7. Perseverancia:







Soportar las dificultades glorifica al Señor.
Más bien, en todo y con mucha paciencia nos acreditamos como servidores de Dios: en sufrimientos, privaciones y angustias; en azotes, cárceles y tumultos; en trabajos pesados, desvelos y hambre. Servimos con pureza, conocimiento, constancia y bondad; en el Espíritu Santo y en amor sincero; con palabras de verdad y con el poder de Dios; con armas de justicia, tanto ofensivas como defensivas; por honra y por deshonra, por mala y por buena fama; veraces, pero tenidos por engañadores; conocidos, pero tenidos por desconocidos; como moribundos, pero aún con vida; golpeados, pero no muertos; aparentemente tristes, pero siempre alegres; pobres en apariencia, pero enriqueciendo a muchos; como si no tuviéramos nada, pero poseyéndolo todo.
2 Corintios 6:4-10

La perseverancia es activa. Se niega a amilanarse.
Lo único que sé es que en todas las ciudades el Espíritu Santo me asegura que me esperan prisiones y sufrimientos.
Hechos 20:23

El labrador que mira hacia atrás, hace un surco torcido.

8. Grandeza:







Porque el reino de Dios no es cuestión de palabras, sino de poder.
1 Corintios 4:20

Por tanto, vayan y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a obedecer todo lo que les he mandado a ustedes. Y les aseguro que estaré con ustedes siempre, hasta el fin del mundo.
Mateo 28:19-20

Pero, cuando venga el Espíritu Santo sobre ustedes, recibirán poder y serán mis testigos tanto en Jerusalén como en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra.
Hechos 1:8

Imagínate…

Personas corrientes que hacen cosas extraordinarias: cristianos que todos los días sienten ese fuego de compasión hacia los perdidos, y que entregan sus corazones a la cosecha de almas más grande que se haya conocido. Ese tiempo es ahora. La cosecha espera. ¡Y Dios solo nos tiene a nosotros para hacer su obra!

Mensaje de Reinhard para nosotros.

Oración de comisión de Reinhard (se sugerirá ponerse de rodillas).

PUEDE DAR UNA PAUSA EN LA PELÍCULA EN ESTE INSTANTE: El facilitador puede orar cuando la PELÍCULA termine.

Diálogo abierto / compartir libremente

Se sugiere que el grupo tenga un tiempo de oración

Sobre el Bautismo en el Espíritu Santo

La Biblia no se ocupa de problemas y explicaciones. Corta el nudo gordiano con la espada de la experiencia. El bautismo en el Espíritu es real. En un rito sacramental, el sacerdote puede declarar que un candidato recibe el Espíritu Santo, ¡pero eso no se parece en nada al viento, al fuego y a las lenguas de Hechos capítulo 2!



A principios del siglo pasado, cuando aparecieron los primeros cristianos bautizados en el Espíritu y encontraron oposición, se inventó una nueva teoría: que en el día de Pentecostés toda la Iglesia fue bautizada en el Espíritu, de una vez por todas, y para siempre. Esta teoría del “bautismo” nunca ha sido una realidad ardiente en la vida de nadie. En los tiempos de la Biblia, los discípulos siguieron recibiendo el bautismo en el Espíritu después de Pentecostés: en Samaria, Éfeso y Cesarea.

El bautismo en el Espíritu Santo es una inmersión en el Espíritu. Como el Espíritu es el poder de Dios en acción, ¡deberíamos poder distinguir si nos hemos sumergido en Él! Hace falta tener una fe muy extraña (o ser muy crédulo) para creer que las bendiciones que recibimos nunca se sienten y que no dejan resultados que se puedan distinguir. Pero esa es la doctrina que muchos defienden: que, cuando nos volvemos a Cristo por primera vez y Él nos salva, eso es todo lo que recibimos, pero, sin embargo, hay todo un paquete espiritual completo que se recibe de una vez por todas. El problema es cómo o por qué esta tercera persona, el Espíritu Santo, entró en escena más tarde. El hecho es que eso es lo que ocurre, y nuestra teología tiene que encajar con ese hecho.

El bautismo del Espíritu Santo señala a Jesús. Juan el Bautista fue enviado a anunciar a Aquel que había de venir, pero nadie sabía de quién estaba hablando Juan. Tuvo que describirle, porque de lo contrario el pueblo no habría podido reconocerle. Dijo: Ése es el que bautiza con el Espíritu Santo (Juan 1:33). Su signo distintivo sería que bautizaría en el Espíritu. Este rasgo no distingue a nadie más. Solo Jesús es quien bautiza en Espíritu Santo y fuego (cf. Mateo 3:11). Nadie más puede hacer esto, ni darlo o impartirlo. Es derecho y prerrogativa exclusiva de Dios. La razón es que el bautismo no es meramente un poder que viene a una persona, sino Dios mismo, el Espíritu Santo. Nadie puede dar a Dios, como si fuera un simple producto.

Quien bautiza en el Espíritu es Jesús. Si la Iglesia predica a Cristo, Jesús seguirá bautizando en el Espíritu, para siempre. Un Jesús que no bautiza en Espíritu Santo y fuego no es el verdadero Jesús de la Biblia. Nadie tiene derecho a predicar a un Cristo distinto del Cristo de la Biblia, que bautiza en el Espíritu Santo y que es el mismo ayer, hoy y por los siglos (Hebreos 13:8). Es el Dios de fidelidad (Deuteronomio 32:4 LBLA), que siempre será fiel a sí mismo, a nosotros y a su promesa.

Algo positivo les está ocurriendo a algunas personas en la actualidad. Lleva todas las señales bíblicas de lo que Jesús prometió. Solo hay una explicación: que Él está cumpliendo su Palabra, está bautizando en el Espíritu Santo. No hay argumentos contra ello. Está ocurriendo.

Nosotros mismos somos testigos, pruebas de Jesús, cuando decimos: “¡Me salvó, me bautizó, y me sanó! Él está conmigo”. Los Apóstoles que fueron arrastrados ante aquellas autoridades arrogantes llevaban el sello del Espíritu Santo. Su testimonio y su confianza inconmovibles despertaban el asombro de todos. El Espíritu no es simplemente un renacer dentro de las almas de los creyentes, sino que se puede manifestar en el lenguaje corporal: en la personalidad, las formas, la voz, los ojos, en el fruto del Espíritu, actitudes que las personas nunca sospechan de sí mismas. Nada causa más rechazo que la actitud de los que fingen ser unos santos.

Jesús pretende que sus discípulos sean testigos, no amantes de la controversia. Deberían ser testigos de su resurrección. Este mensaje fue vital, cambió vidas y dio vida. Presentado de manera informal, fríamente, como diciendo: “Si quieres, créelo”, no serviría de nada. Tendría que predicarse como un hecho glorioso y vital, y deberían predicarlo personas que sientan cierta pasión por lo que dicen, no personas frías, sino testigos que obviamente están electrizados por lo que anuncian, que son ejemplos muy vivos de lo que predican.

Jesús les mandó que no se fueran de Jerusalén, sino que esperasen la promesa del Padre, la cual, les dijo, oísteis de mí. […] Seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos días. […] Recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos […] (Hechos 1:4-5,8).

Jesús hizo un gran pacto con Alguien: el Espíritu Santo. Lo que haría el Espíritu del Señor sería transformarlos, convertirlos en antorchas. Esa había de ser –y sigue siendo– la clave para dar un testimonio efectivo. Jesús dijo: Separados de mí nada podéis hacer (Juan 15:5); tenemos que permanecer en la vid, obteniendo vida de Él. La vida del Espíritu es el secreto para hacer nuevos discípulos. Podemos hacer mucho sin el Espíritu Santo, pero nada que tenga un efecto duradero. En eso se mide la importancia de la venida del Espíritu Santo.

Les mandó que no se fueran de Jerusalén, sino que esperasen la promesa del Padre (Hechos 1:4). Cristo ascendió al Cielo y pidió al Padre que cumpliera su promesa, que enviara el Espíritu Santo, y en 10 días ya había venido. El Espíritu no vino silenciosamente. Anunció su llegada por medio de 120 personas. Lo proclamó a través de los creyentes reunidos en el Aposento Alto mediante lenguas y profecía. Para los discípulos y los Apóstoles, este era su día más grande. El Espíritu Santo es el Espíritu de amor del Padre y del Hijo: El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado (Romanos 5:5). Ese amor empezó a mover a los creyentes y a obrar a través de ellos. Se convirtieron en lo que el Espíritu los hizo. Este bautismo fue para ellos como individuos, no “para toda la Iglesia”. Otros, como la casa de Cornelio, recibieron el Espíritu por sí mismos. No hay una sola palabra en el Nuevo Testamento que indique que no necesitamos lo que los Apóstoles experimentaron, o que lo que ellos experimentaron fuera solo para ellos. Al contrario, el mensaje de Pedro fue claro: Recibiréis el don del Espíritu Santo. Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare (Hechos 2:38-39).

Los discípulos necesitaban recibir este don y predicar el Evangelio con el Espíritu Santo y con la manifestación del Todopoderoso. ¿Somos nosotros mejores que ellos? ¿Somos capaces de llevar a cabo la obra de Dios sin el poder que ellos recibieron? Sin duda necesitamos todo lo que Dios pueda darnos, y al mundo también le hacen falta personas con esta clase de capacitación. En la actualidad, aproximadamente 500 millones de personas en la Tierra, o más, saben esto, y millones lo disfrutan. Es asombroso cuando te das cuenta de que, en realidad, Jesús dejó este mundo para que el Espíritu Santo pudiera venir. Si no me fuera, el Consolador no vendría a vosotros (Juan 16:7). El Espíritu Santo viene a nosotros de manera misteriosa, pero real.

Después de la Resurrección, los discípulos, agitados y asustados, se escondían por miedo a lo que pudiera sucederles; ciertamente necesitaban ese bautismo, y recibir poder, y nosotros también. Pero Dios nos dará lo que necesitamos: Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús (Filipenses 4:19). Ningún cambio que se produzca en el mundo puede hacer que el poder del Espíritu resulte innecesario. No tenemos alternativa al poder del Espíritu, ningún método, ninguna manera, ningún plan o enfoque. El Espíritu debe hacer la obra. El mundo sigue necesitando salvación, sigue necesitando que se le convenza de pecado, y todo esto es imposible sin el Espíritu Santo.


El Espíritu Santo no es un sentimiento de maravilla flotando sobre un viejo territorio de religiosidad. Si el Espíritu ha de ser manifiesto, debe ser a través de personas llenas del Espíritu. El mensaje a los cristianos es: Llenaos del Espíritu (Efesios 5:18). Nunca seríamos ordenados ser llenos del Espíritu si pudiéramos vivir sin ser llenos. Jesús dijo que deberíamos pedir, buscar y golpear, pues Dios da el Espíritu a aquellos que lo piden (Lucas 11: 9-13). Esto no significa pedir casualmente, sino estar abierto a Dios en todo tiempo: personas que siempre piden, buscan y golpean. Dios notará a aquellos que están listos para la bendición. Él nos dio su Palabra y debemos comprender Su promesa.

El Espíritu Santo no es la sensación de sobrecogimiento que nos invade cuando entramos en una iglesia antigua. Si el Espíritu ha de manifestarse, será a través de personas llenas del Espíritu. El mensaje para los creyentes es: Sed llenos del Espíritu (Efesios 5:18). No necesitaríamos que se nos dijese que seamos llenos si pudiésemos vivir sin ser llenos. Jesús dijo que deberíamos pedir, buscar y llamar, porque Dios da el Espíritu Santo a los que se lo piden (cf. Lucas 11:9-13). Cuando dice “pedir” no se refiere a una petición ocasional, sino que debemos estar abiertos a Dios en todo momento: pedir, buscar y llamar constantemente. Dios reconocerá a los que están siempre preparados para recibir la bendición. Él nos ha dado su Palabra, y debemos aferrarnos a su promesa.

Para ser llenos, debemos hacer lo que Jesús nos dijo: pedir. No se refiere a que pidamos solo de vez en cuando; pedir, llamar y buscar son un estilo de vida. El Espíritu Santo viene cuando Él quiere a aquellos que están dispuestos. No obtenemos el Espíritu Santo como quien saca una chocolatina de una máquina: le das al botón, y ya está. Por otra parte, Jesús no quiso decir que debamos estar siempre pidiendo, siempre buscando sin llegar a encontrar nunca nada. El que busca, halla (Lucas 11:10), y sabe cuándo ha hallado lo que estaba buscando. El bautismo en el Espíritu Santo se recibe por fe, pero la prueba son los signos que le siguen.

¿Todos los que reciben el Espíritu Santo hablan en lenguas? La respuesta general es un “sí” rotundo, o lo sería si todo en este mundo fuera perfecto. Dios no tiene reglas. Lo que hace es lo que puede hacer conforme a nuestra fe. Decir que la gente puede ser bautizada en el Espíritu sin hablar en lenguas no encajaría demasiado bien con lo que vemos en el Nuevo Testamento, porque cada uno de los casos que presenta muestra de manera muy clara que todos los que fueron bautizados en el Espíritu hablaron en lenguas. Si las personas se han creado temores acerca de las lenguas, han recibido una enseñanza confusa, o las rechazan por alguna otra razón –posiblemente subconsciente–, el Espíritu puede ser apagado, evitando que haga todo lo que haría normalmente, es decir, dar señales.

Algunas personas tienen fe en lo que se refiere al Espíritu Santo, pero no en cuanto a las lenguas, de modo que reciben conforme a su fe. La pregunta crucial para estas personas es: ¿Cómo saben que han sido llenas del Espíritu sin la prueba de poder hablar en lenguas? Es vital que sepamos que hemos sido bautizados en el Espíritu, si es que hemos de salir y afrontar el desafío de este mundo de pecado.

Si tenemos la seguridad de haber sido bautizados en el Espíritu, nos atreveremos a avanzar y sabremos que Él está con nosotros. Los discípulos tenían esta certeza. ¿Podemos vivir nosotros sin ella? Sabían que el Espíritu estaba con ellos, y, por tanto:

[Los discípulos], saliendo, predicaron en todas partes, ayudándoles el Señor y confirmando la palabra con las señales que la seguían (Marcos 16:20). El ministerio del Espíritu Santo se manifiesta por las señales, si creemos. Hablar en lenguas no se consigue probando. No se “aprende” a hablar en lenguas. No hay una técnica, ni un método, ni siquiera un ministerio para ello. El Espíritu no se recibe por voluntad de varón (Juan 1:13), sino que es un acto soberano de Dios. Este don no es un talento, sino Dios mismo, el Espíritu, no un poder, o un fuego, sino Él. Es tal su grandeza que no puede manejarse como si fuera de plástico, ni despacharse a diestro y siniestro con una arrogancia simplista y prepotente. Sin embargo, podemos ayudarnos unos a otros con la oración y con la imposición de manos, como hicieron los Apóstoles en Samaria, y Pablo en Éfeso. Nuestra actitud ha de consistir en ser humildes y estar preparados. Esa es la lección de Pedro en casa de Cornelio: Mientras aún hablaba Pedro estas palabras, el Espíritu Santo cayó sobre todos los que oían el discurso (Hechos 10:44).

Si hay cristianos en tu iglesia o tu célula que no han sido bautizados en el Espíritu Santo, me gustaría animarte y desafiarte, después de haber visto la película número 8, a que ores con ellos, y a que oren los hermanos los unos por los otros para recibir el bautismo en el Espíritu Santo. Y que no tengan temor de imponer las manos unos sobre otros.

Recuerda: no es solo poder lo que entra en nuestras vidas, sino el Dios todopoderoso en la persona del Espíritu Santo. Ríndete a Él de nuevo en oración y espera que Dios cumpla su promesa. El fuego se derrama hoy exactamente igual que se derramó sobre los creyentes de Hechos 2. Porque la voluntad del Padre en el día de hoy sigue siendo que se enciendan lenguas de fuego sobre la cabeza de cada cristiano nacido de nuevo.¡Dios te bendiga!

Oración de recepción del Espíritu Santo y cierre


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